El paro nacional, cómo entenderlo y sacarle provecho
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El paro nacional, cómo entenderlo y sacarle provecho

Las crecientes y numerosas protestas en la región y los inexistentes cambios en las condiciones sociopolíticas y socioeconómicas hacen que resulte relevante entender las protestas sociales.


La protesta social es una puesta en público de un agravio que busca llamar la atención de una autoridad (o de una entidad privada en algunos casos), para presionarla a solucionar un problema que no ha podido ser atendido a través de medios institucionales.


¿La protesta social es un derecho?


La protesta social es un derecho de máxima importancia porque es el que permite exigir y lograr que se hagan realidad todos los demás. El teórico argentino Roberto Gargarella dice que la protesta social es el “primer derecho” y “el derecho a tener derechos” porque es el derecho a exigir que todos los demás derechos se cumplan.

Hay una historia reciente de luchas que han sido llevadas a las calles en diferentes países de la región. Algunas de las que más visibilidad han tenido son las de los maestros mexicanos contra las reformas educativas, los reclamos laborales en Argentina ante la crisis económica, las manifestaciones contra las explotaciones mineras en Perú, las movilizaciones contra el régimen venezolano y hasta las marchas en Brasil en contra del financiamiento público del mundial de fútbol pasado.


“Las movilizaciones sociales, serán cada día mayores hasta que no alcancemos una igualdad en la sociedad”


Estamos en el mejor momento de la humanidad, no lo podemos negar


No podemos negar un aumento de la riqueza y mejora de la calidad de vida en nuestra región en las ultimas décadas, lo que implica una sociedad más compleja en sus demandas sociales y, por ende una presión creciente para que el Estado se preocupe por proveer bienes públicos de calidad.


Solo en los últimos 20 años, las personas que viven en pobreza extrema, la mortalidad infantil y la mortalidad materna se ha reducido a la mitad, en estos últimos 20 años la esperanza de vida aumentó en 6 años, el analfabetismo está en las cifras más bajas y nuestros ingresos se han multiplicado por dos.


Se nos olvida que hace 100 años, las costureras de inicio de siglo XX en Colombia, trabajaban más de 10 horas al día, su salario era un tercio que el de los hombres, y debían aguantar todo tipo de abusos sexuales por parte de sus supervisores.


Pero en 1920, Betsabé Espinal, lideró junto a otras mujeres hilanderas, el paro más organizado de la época pese a que capataces, curas y alcaldes quisieron doblegarlas.


Y, ¿Qué exigían? Que pararan los abusos sexuales, “aumento salarial, reducción de la jornada laboral, abolición de la prohibición de usar calzado (debían trabajar descalzas para comodidad del patrón), y derecho a un tiempo para almorzar”.


Buena parte de los cambios sociales han sido muy favorables, contamos con mejores coberturas en varios ámbitos, sin embargo, la política publica ha sido casi inoperante en materia de empleo y este es el punto sobre el cual la humanidad deberían concentrarse, ser más asertivos, reflexivos y creativos.

Como sacarle provecho al paro y las movilizaciones sociales.


Este 2021 debe ser recordado y examinado por quienes anhelamos un cambio en Colombia, es necesario pasar a una evaluación de qué sucedió este año y cómo la crisis sanitaria desnudó condiciones enraizadas en el poder y en la sociedad.


Hoy no solo en Colombia es imperante que el gobierno y la sociedad se centre en la creación de empleo, el ritmo de destrucción de plazas laborales no cesa, la población que participa en el mercado laboral se reduce, el desempleo entre los jóvenes no cede, la informalidad se ha vuelto casi estructural y las barreras para el acceso al trabajo por parte de las mujeres son consistentemente altas, en una población cada vez más vieja.


Claramente existe un descontento en la sociedad y muchas cosas que mejorar, pero así como estas mujeres lograron ser escuchadas y propiciaron un cambio, hoy invito a una nueva revolución por el empleo, una donde todos podemos sumar.

Es momento de volver a confiar en nuestro vecino, en la tienda de la esquina, en los mercados campesinos y las fábricas nacionales. Es una revolución a todo nivel, basta con preferir marcas locales pero sin dejar al lado la alta exigencia por la satisfacción plena del cliente.


Las movilizaciones sociales y su consecuencia en la movilización de mercancías desde y hacia los puertos, dejó en evidencia la necesidad del desarrollo de capacidades locales, algo que quedó aún en más evidencia durante el año pasado en todo el mundo por la crisis del Covid 19.


Es un simple acto de confianza preferir un producto local sobre aquel otro que siempre hemos tenido en nuestro corazón, nuestra mente y nuestro bolsillo, basta con darle un empujón a la industria nacional, para crear un cambio positivo al futuro de esta Nación.

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